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Desde otro ángulo

Que hay muchachos y muchachas aquí nuevamente con ustedes el Chela-Break. Ayer por la noche me paso algo que me hizo reflexionar profundamente acerca de la vida nocturna de la ciudad de Indianápolis. Me dirigí a un club nocturno del centro de esta ciudad, cuando llegue a ese lugar había un chingo de gente formada en fila para poder entrar, hasta parecia que estaban regalando algo, pero no la fila era para entrar, por lo que me dije a mi mismo “no mames wey” yo no me voy a esperar aquí parado para poder entrar, así que me fui a otro lugar. Cuando llegue al otro lugar lo mismo paso, un chingo de gente formada, pero aquí paso algo diferente. Dos chavas se acercaron al wey que estaba cuidando la puerta, le hablaron al oído y las dejo entrar. Lo primero que pensé fue “Y si le hablo al oído a ese wey, también me dejara entrar” pero después como que me enoje y pensé, a chinga si a esas inche güilas las dejo entrar ¿porque a mí no? la neta las chavas no estaban tan chidas, pero llevaban falditas bien cortitas y pues así, quien quieres que le dijeran que no. Esto suceso de la vida real me puso a pensar en cómo se vería esta anécdota desde otro ángulo. Durante toda la noche estuve pensando en lo que había pasado, cuando llegue a mi casa lo primero que hice fue encontrar algo que pudiera describir como se vería esta jalada desde el lado opuesto. Y esto fue lo que encontré.

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